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Mostrando entradas de 2018

NOCHE VIEJA, HOMBRE NUEVO

Mi hijo adolescente , a punto de llegar a esa edad en la que el DNI te dice que eres ciudadano, se toma las uvas de prisa y se pierde en su habitación. Al rato,  aparece impecable , con su traje oscuro y su camisa blanca. Me pide que le ajuste bien el nudo de la corbata. Pegado a él, lo siento muy alto, como un globo que va despegándose del hilo y empieza a perderse en la atmósfera. De cerca, las espinillas, la barba protestona y un  flequillo nervioso  que él ha tardado en colocar en su sitio. Una foto para las abuelas, los sabidos consejos de buena conducta,  el olor intenso a la colonia  que le regaló su primera novia. Cuando sale de la casa para la fiesta, deja una estela de  serpentinas y burbujas.  De nervio joven y ganas de probarlo todo. La música que luego bailará empieza a escucharse en sus  zapatos brillantes . Cuando cierra la puerta, me quedo unos minutos en silencio. Ni siquiera se escucha el ruido hortera de la tele. Es uno de esos instantes en los que descubrimos lo

LOS PADRES EN EL ESCAPARATE

Nunca negaré que ser padre es una de las experiencias que más ha influido en que cuestione mi identidad masculina, aunque solo haya sido porque tenía muy claro lo que no quería ser. Cosa distinta es que lo haya conseguido. Cada día, y mucho más ahora que mi hijo es adolescente, me doy cuenta de los errores que repito, de las incertidumbres y de la penosa ausencia de un manual que me diga cómo ser un padre presente, responsable y cuidadoso. Quizás sea una de las luchas que con más frecuencia provocan que me sitúe delante del espejo y me enfrente a mis impotencias. Entonces descubro que tal vez alumbrar una nueva masculinidad sea justamente eso, asumir la vulnerabilidad, renunciar al heroísmo, darte cuenta de que no hace falta controlarlo todo y de que la vida no es otra cosa que ir buscando un tesoro con frecuencia sin mapa que nos guíe. En los últimos tiempos se ha puesto de moda hablar de las paternidades, de las nuevas paternidades, de esos nuevos modelos de hombres que lucen

ROMA: SORORIDAD DE MUJERES SOLAS

Un coche enorme que, procedente del espacio público (masculino), entra con dificultad en el portalón de la casa (femenina). No vemos el rostro del patriarca. Lo intuimos a través de sus manos que sostienen un cigarrillo y que maniobran al volante. El profesor, el marido, el padre, el proveedor. Un hombre con traje que, ausente del hogar, vuelve a él con el poder que le da haber nacido con un pene entre las piernas. El tipo que, aunque apenas ocupe un par de escenas, y del que apenas escuchamos su voz, es en gran medida el detonante de lo que pasa en las habitaciones. Esa escena del coche que, al entrar, va pisando mierdas de perro, es solo una de las muchas con las que  Alfonso Cuarón , con unos planos que parecen querer mantener una cierta distancia objetiva y con una narrativa que no impone ningún credo, dibuja a la perfección el contexto y  los personajes de su  Roma . Es esta una de esas películas milagrosas en las que la mirada de un hombre creador es capaz de situarse más

MAGUI MIRA Y SUS BOTAS DE AMAZONA

Con demasiada frecuencia los creadores masculinos, esos genios que durante siglos han dominado las narrativas y los imaginarios colectivos, impidiendo incluso que la palabra que los designa tenga femenino,  miran a las mujeres como una especie de muñecas con las que juegan: las visten, las desvisten, las usan de adorno, las maquillan, las convierten en pretexto, las dejan olvidadas en una estantería. En este sentido David Mamet no es una excepción, mucho menos cuando en los últimos tiempos ha dado un enorme giro hacia un neoliberalismo feroz y, al parecer,  ha buscado refugio en el judaísmo,  que tal vez le dé las respuestas que él, anticipadamente, ya tenía en su mente. Por eso no es de extrañar que el personaje femenino central de su obra La culpa , al menos en la versión que ha dirigido Juan Carlos Rubio y que este fin de semana se ha representado en el Gran Teatro de Córdoba, aparezca en escena justamente como eso, como el arquetipo de la mujer llorona, histérica y, last but non

TRES MUJERES Y UN EPÍLOGO MASCULINO

  En memoria de Laura Luelmo  “Nos han enseñado a tener miedo a la libertad; miedo a tomar decisiones, miedo a la soledad. El miedo a la soledad es un gran impedimento en la construcción de la autonomía” Marcela Lagarde Lucía Lucía es una adolescente de piernas fuertes y mirada decidida. Le gusta correr por la playa, con el pelo recogido en una coleta. Aunque todavía no tiene claro qué le gustaría ser de mayor, no tiene ninguna duda de que haga lo que haga lo compaginará con el atletismo. Muchas de sus amigas no lo entienden, pero para ella correr es como una especie de religión. Es justo al colocarse los cascos sobre sus orejas y empezar a calentar cuando siente que consigue olvidarse de todo y de todos, como si el mundo se redujera a ella misma y al lugar que va recorriendo con sus piernas. En esos instantes es cuando se siente más libre y poderosa, mucho más que cuando en alguna de las clases del Instituto se ve obligada a rebelarse contra profesoras que todavía no

LA VIDA ANCHA DE ANA BELÉN

Vivimos en un país con tan escasa memoria y tan poco agradecido que, a diferencia de lo que ocurre en otros lugares, cualquier artista, por más que lleve décadas demostrando su talento, es sometido a un riguroso examen cada vez que presenta un nuevo trabajo. De esta manera, no hay trayectoria que valga: todo se mide en función de las aciertos o imperfecciones de lo más reciente. Las expectativas no se generan como eslabones de una cadena sino más bien como una prueba que parece diseñado por quienes parecen disfrutar más con el fracaso que con el éxito ajeno. Algo así tengo la sensación de que ocurre en este país, que no es tan camisa blanca como ella cantara, con Ana Belén . Una mujer que, con sus éxitos y también con sus equivocaciones, lleva más de cincuenta años, que se dice pronto, regalándonos su pasión por el trabajo bien hecho, su búsqueda permanente de perfección y, por encima de todo, la siempre quebradiza sensación que supone sentir que lo mejor siempre está por llegar.

CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA: ¿HAY QUE DESHACER LA "CASA DE MUÑECAS"?

Siempre me gustó la metáfora usada por constitucionalistas como Pablo Lucas Verdú y que supone identificar la Constitución como "el hogar de la ciudadanía". Es decir, ese espacio que nos reconoce como sujeto de derechos y en el que tenemos la oportunidad de ser partícipes del poder. Esa pertenencia a un hogar común, en el que es posible sentirse protegido y al mismo tiempo reconocido como individuo libre, genera un sentimiento de adhesión que va más allá de lo racional y que actúa como una especie de nervio emocional que hace que el sistema, pese a sus turbulencias e imperfecciones, se mantenga vivo. Ahora bien, la Constitución, como cualquier casa, y sobre todo como cualquier casa que pretenda ser vivida como un hogar, necesita reformas y no quedarse atrapada en la nostalgia de lo que fue ni mucho menos en la parálisis que generan los miedos. De lo contrario, corre el riesgo de convertirse en un santuario solo habitable por los dogmáticos y que, en vez de generar ocasione

LAS MADRES DE LA CONSTITUCIÓN

Las mujeres apenas son visibles en la Constitución española. Solo aparecen nombradas   cuando se regula el derecho al matrimonio (art. 32) y cuando se establece la obligación de proteger a las madres (art. 39), a lo que hay que añadir el lugar discriminatorio en el que las sitúa el orden sucesorio de la Corona (art. 57).   Todo ello en el marco de un pacto social articulado sobre un modelo jurídico patriarcal y androcéntrico que, como bien deja claro el lenguaje usado en el texto, nos sitúa a los hombres en el paradigma de una ciudadanía hecha nuestra imagen y semejanza. Las escasas mujeres que en 1978 participaron de un poder constituyente masculinizado, y a las que hace apenas unos años al fin pusimos rostro gracias a la película Las constituyentes de Oliva Acosta, poco pudieron hacer por darle la vuelta a un contrato social que continuó arrastrando los lastres del contrato sexual que durante siglos han servido para convertirlas a ellas en eternas subordinadas. Por supuesto

LA RAZÓN POÉTICA DE ALBERTO CONEJERO

Siempre que leo un texto de Alberto Conejero , aunque solo sea un rápido mensaje de messenger, encuentro en sus palabras un sabor a metáforas que parecen estar siempre luchando contra los barrotes de la jaula. La sed de infinitud, que decía Carmen Martín Gaite . Hay en sus renglones, como también adivino en su rostro de adolescente que todavía desea cambiar el mundo, una permanente búsqueda del sentido último de la poesía que habita en la razón. Es imposible no recordar a María Zambrano revoloteando entre sus líneas. Y todo ello en un época poco dada a buscar argumentos con las armas de la belleza. En su obra Todas las noches de un día, que ahora se representa en el Bellas Artes de Madrid, Alberto nos enreda en ese mundo que él trata no sé si de dominar, pero sí como mínimo de entender, con la ayuda de palabras que nos abrazan/inquietan/sacuden/acarician. La obra, que es como un juego de puertas que se abren y se cierran, un laberinto en el que conviven amores y fantasmas, heri

HOMBRES (R)EVOLUCIONADOS CONTRA LAS VIOLENCIAS MACHISTAS

A estas alturas nadie debería dudar de que  la violencia de género es un problema que tenemos nosotros, los hombres, y que sufren las mujeres . Con ello no quiero decir que todos los varones seamos unos maltratadores, sino que el origen de las múltiples violencias que sufren las mujeres se encuentra en las desigualdades de género y en una cultura, la machista, que sigue marcando todavía hoy lo que implica ser un hombre de verdad. Precisamente por ello, las leyes o las políticas públicas, aun siendo necesarias, son insuficientes para erradicar un problema que tiene que ver con las estructuras de poder sobre las que se asientan nuestras sociedades. Es decir, mientras que no superemos un pacto de convivencia que sigue amparando asimetrías entre nosotros y las mujeres, así como una subjetividad masculina socializada para el poder, el control y el dominio, mucho me temo que seguiremos sumando cifras a las que nos indican que estamos ante el problema más grave que sufre nuestra sociedad.