Aunque vivimos en sociedades formalmente igualitarias, nuestro orden cultural y simbólico se empeña en seguir transmitiendo una imagen diferenciada de mujeres y hombres. Frente a la posición de sujetos --habitualmente heroicos-- con los que se nos sigue identificando a nosotros, ellas continúan siendo los objetos. Las que preferiblemente adoptan una posición pasiva, un rol domesticado y, en la mayoría de las ocasiones, condicionado por su imagen física. Vivimos una reaccionaria vuelta al rosa y al azul, si es que alguna vez conseguimos escapar de ese binomio, y a una exaltación de la "mujer mujer", es decir, de la que vive en función de los otros y de la que ha de cumplir la función de agradar a los demás. En este sentido resulta absolutamente recomendable el lúcido libro de Natasha Walters Muñecas vivientes , en el que se demuestra cómo seguimos socializando a nuestras hijas en la dictadura de unos determinados cánones que poco parecen haber cambiado con respecto a las generaciones anteriores.
Por todo ello, no me ha extrañado que en nuestra ciudad hayan tenido la feliz idea de crear una muñeca con la promocionar la fiesta de los patios. 'Patia', por más que Elio Bernhayer le haya dado su bendición, me recuerda a las gitanillas que colocábamos encima de las teles, a las Nancys que durante décadas simbolizaron los roles que la sociedad esperaba de las niñas, a las recientes muñecas que pese a su aparente sofisticación prorrogan los viejos esquemas. Una muñeca que, de nuevo, busca representar el ideal de la mujer cordobesa, a la que ya no canta Julio Romero sino el ganador de un show televisivo y que, por supuesto, para cerrar el círculo femenino, se acompaña de perfume y joyas.
De haber tenido algo que ver con la organización del Feminario que se celebró en Córdoba la semana pasada, habría propuesto hacer una pira en las Tendillas con cientos de Patias. Con ello habría simbolizado no solo el horror que debería provocarnos la utilización sexualizada de las mujeres, sino también la cortedad de miras de una ciudad, o mejor dicho de sus representantes, que parece empeñada en batir récords de políticas absurdas y de regodeo en la vulgaridad. Algo que, además, mal casa con la sensibilidad y el gusto estético que demuestran los propietarios y las propietarias de los patios que no sé como aguantan tanto disparate a costa de su trabajo y dedicación.
Patia bien podría ser pues la representación vulgar y neomachista, cutre y rancia, de unos/as gobernantes locales que parecen haber perdido la cabeza en nombre del todopoderoso turismo, y que por supuesto carecen de un proyecto de ciudad más allá de la suma de eventos y ocurrencias con las que irremediablemente seguimos hundidos en la miseria que supone tener un tesoro de ciudad y no ser capaces de rentabilizar, de manera sostenible, sus múltiples recursos. A los/las representantes que han avalado un despropósito como el de Patia, solo me atrevo a sugerirles que para completar la faena encarguen, a ser posible al mismo que ha perpetrado la muñeca, el diseño de un Patio Man. Para que Patia tenga un héroe que la salve y para que como Barbie con su Ken no se sienta sola. De esta manera, podrían sentir que han completado una acción igualitaria cuando sin embargo no habrían sino rematado la lógica binario/jerárquica del patriarcado.
En todo caso, mucho me temo que ni el mejor de los superhéroes ni la más feminista de las superwomen, sería capaz de librarnos de la ineptitud, el provincianismo y sexismo del que hacen gala con tanta frecuencia quienes nos representan, y por supuesto quienes les siguen el juego. Una cruz que tendremos que soportar hasta que asumamos, de una vez por todas, que en democracia el heroísmo debe residir en la ciudadanía y no en manos de quien demuestra tener menos neuronas que una muñeca vestida de patio.
Las fronteras indecisas, Diario Córdoba, 2 de noviembre de 2015
http://www.diariocordoba.com/noticias/opinion/patio-man_996506.html
Comentarios
Publicar un comentario