Las luces de la Navidad no iluminan, oscurecen.
Las luces de la Navidad no abrazan, hieren.
Las luces de la Navidad no revelan, ocultan.
Las luces de la Navidad proyectan la ciudad mágica, no la real.
Las luces de la Navidad nos invitan a consumir, a poseer, a tener, a soñar el vulgar sueño que engorda los estómagos y embrutece los espíritus.
Las luces de la Navidad nos desahucian de la tranquilidad gozosa de las calles y nos instalan en el espectáculo de lo tribal.
Las luces de la Navidad enmascaran los hogares sin luz y el no lugar de los que no tienen casa.
Las luces de la Navidad a duras penas esconden que la crisis, pese a lo que diga Rajoy, sigue provocando víctimas.
Estoy casi seguro que si Jesús volviera hoy a este mundo apagaría todas estas luces y expulsaría de nuevo a los mercaderes de los templos, de los gobiernos y de las catedrales.
E inmatricularía a nombre de los más necesitados los edificios, las plazas y las calles de las ciudades en las que no deja de crecer la desigualdad.
Bienaventurados pues los que sean capaces de encender las luces de la Justicia y de apagar las de ese regalo envenenado que se llama caridad.
COLUMNA HOY POR HOY, RADIO CÓRDOBA, CADENA SER, 17-12-2014
http://www.radiocordoba.es/facebook/COLUMNA_OCTAVIO_17_HXH.mp3
Las luces de la Navidad no abrazan, hieren.
Las luces de la Navidad no revelan, ocultan.
Las luces de la Navidad proyectan la ciudad mágica, no la real.
Las luces de la Navidad nos invitan a consumir, a poseer, a tener, a soñar el vulgar sueño que engorda los estómagos y embrutece los espíritus.
Las luces de la Navidad nos desahucian de la tranquilidad gozosa de las calles y nos instalan en el espectáculo de lo tribal.
Las luces de la Navidad enmascaran los hogares sin luz y el no lugar de los que no tienen casa.
Las luces de la Navidad a duras penas esconden que la crisis, pese a lo que diga Rajoy, sigue provocando víctimas.
Estoy casi seguro que si Jesús volviera hoy a este mundo apagaría todas estas luces y expulsaría de nuevo a los mercaderes de los templos, de los gobiernos y de las catedrales.
E inmatricularía a nombre de los más necesitados los edificios, las plazas y las calles de las ciudades en las que no deja de crecer la desigualdad.
Bienaventurados pues los que sean capaces de encender las luces de la Justicia y de apagar las de ese regalo envenenado que se llama caridad.
COLUMNA HOY POR HOY, RADIO CÓRDOBA, CADENA SER, 17-12-2014
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