Ir al contenido principal

EL AMOR NO PUEDE SER UN CANDADO

Las fronteras indecisas
Diario Córdoba, 24-11-2014

El amor como un candado. El grillete que ha de mantenernos unidos, a ser posible de por vida, en el
sueño de un ideal que hemos envidiado en tantas novelas, películas y canciones. El candado como vulgar metáfora con la que insistimos en demostrar la imposible compatibilidad de nuestros latidos con los grilletes. Metales que se oxidan mientras cumplen la inútil tarea de querer enjaular un órgano que o tiene alas o deja de sentirse vivo. El amor es ciego, quien bien te quiere te hará llorar, sin ti no soy nada, amar significa no tener que decir lo siento, all you need is love. O un hombre que te quiera y te tenga llenita la nevera. Arrebatador.
En estas sociedades cada vez más líquidas, y en las que somos prisioneros de la terrible contradicción entre la fluidez de los acontecimientos y la pesadez de los múltiples mecanismos que controlan nuestra libertad, seguimos siendo en gran medida esclavos de una concepción del amor plagada de mitos que, para muchos y sobre todo para muchas, condicionan sus relaciones afectivas y sexuales. Así lo demuestran los recientes estudios en los que, de manera alarmante, se evidencia como perviven esos mitos entre los más jóvenes. Las creencias de que el amor implica posesión, de la que deriva por tanto entender como lógico el ejercicio de autoridad y de control de la parte más fuerte y poderosa --normalmente, el chico-- sobre la más débil y entregada --habitualmente, la chica --, o de que los celos son expresión de un sentimiento auténtico, o de que somos imperfectos si no encontramos la media naranja que nos complemente, siguen imperando en nuestros modelos mayoritarios de socialización. Si a eso añadimos la nula presencia de la educación afectivo--sexual en el currículum escolar, lo que favorece que por ejemplo los jóvenes sean mal educados a través del consumo masivo de pornografía por internet, el resultado es un cóctel explosivo que, con más frecuencia de la que desearíamos, genera situaciones violentas en las parejas. Y no me refiero solo a la violencia física o sexual, que serían las más evidentes y fáciles de demostrar, sino a las psicológicas que derivan del ejercicio de poder en unas relaciones que no se entienden como un pacto entre iguales. Una terrible situación en la que se están convirtiendo en perversos aliados las nuevas tecnologías y las redes sociales, un escenario abierto al público las 24 horas del día y en el que tan fácil resulta atentar contra la integridad moral del individuo.
En estos días en que tantas reflexiones volvemos a leer sobre la violencia de género, sería urgente que no perdiéramos de vista que la misma deriva de un orden político y cultural desigual, del que forma parte esencial la construcción sexista que seguimos haciendo de las relaciones entre hombres y mujeres. De ahí la necesidad de revolucionar lo político pero también lo personal, el entendimiento de la convivencia entre iguales, las expectativas que seguimos poniendo en un ideal --el amor-- que lamentablemente no siempre se traduce en un cuento de hadas y que suele tener fin; la percepción de que el otro, y muy especialmente la otra, no es tanto un "objeto" que poseemos sino un sujeto con el que entablamos una conversación desde la piel y los afectos. Un objetivo que, me temo, estará lejos de conseguirse mientras que por ejemplo las novelas de Moccia sigan siendo (mal)educadoras de nuestros/as adolescentes o que programas como "Mujeres, hombres y viceversa" continúen teniendo audiencia. Es decir, mientras que sigamos alimentando la violencia estructural y simbólica contra las mujeres que es sobre la que descansa el resto de violencias.

Comentarios

Entradas populares de este blog

YO, LA PEOR DEL MUNDO

"Aquí arriba se ha de anotar el día de mi muerte, mes y año. Suplico, por amor de Dios y de su Purísima Madre, a mis amadas hermanas las religiosas que son y en lo adelante fuesen, me encomienden a Dios, que he sido y soy la peor que ha habido. A todas pido perdón por amor de Dios y de su Madre. Yo, la peor del mundo: Juana Inés de la Cruz". Mi interés por Juana Inés de la Cruz se despertó el 28 de agosto de 2004 cuando en el Museo Nacional de Colombia, en la ciudad de Bogotá, me deslumbró una exposición titulada "Monjas coronadas" en la que se narraba la vida  y costumbres de los conventos durante la época colonial. He seguido su rastro durante años hasta que al fin durante varias semanas he descubierto las miles de piezas de su puzzle en Las trampas de la fe de Octavio Paz. Una afirmación de éste, casi al final del libro, resume a la perfección el principal dilema que sufrió la escritora y pensadora del XVII: " Sor Juana había convertido la inferioridad

EL ÁNGEL DE AURORA Y ELENA

  El dolor siempre pasa por el cuerpo. Y la tristeza. También el goce, los placeres, la humillación. Somos cuerpo atravesado por las emociones. Los huesos y la piel expresan los quiebros que nos da la vida. Esta acaba siendo una sucesión de heridas, imperceptibles a veces, que nos dan nombre. Algunas supuran por los siglos de los siglos. Otras, por el contrario, cicatrizan y nos dejan tatuados. Las heridas del amor, de los placeres, de los esfuerzos y de las pérdidas. Estas últimas son las que más nos restan. Como si un bisturí puñetero nos arrancara centímetros de piel.   Sin anestesia. Con la desnudez propia del recién nacido. Con la ligereza apenas perceptible del que se va. No puedo imaginar una herida más grande que la provocada por la muerte de un hijo apenas recién iniciado su vuelo. Por más que el tiempo, y las terapias, y   las drogas, y los soles de verano, hagan su tarea de recomposición. Después de una tragedia tan inmensa, mucho más cuando ha sido el fruto de los caprich

CARTA A MI HIJO EN SU 15 CUMPLEAÑOS

  De aquel día frío de noviembre recuerdo sobre todo las hojas amarillentas del gran árbol que daba justo a la ventana en la que por primera vez vi el sol  reflejándose en tus ojos muy abiertos.   Siempre que paseo por allí miro hacia arriba y siento que justo en ese lugar, con esos colores de otoño, empezamos a escribir el guión que tú y yo seguimos empeñados en ver convertido en una gran película. Nunca nadie me advirtió de la dificultad de la aventura, ni por supuesto nadie me regaló un manual de instrucciones. Tuve que ir equivocándome una y otra vez, desde el primer biberón a la pequeña regañina por los deberes mal hechos, desde mi torpeza al peinar tu flequillo a mis dudas cuando no me reconozco como padre autoritario. Desde aquel 27 de noviembre, que siento tan cerca como el olor que desde aquel día impregnó toda nuestra casa, no he dejado de aprender, de escribir borradores y de romperlos luego en mil pedazos, de empezar de cero cada vez que la vida nos ponía frente a un n