La mejor manera de cruzar la frontera entre la jornada de reflexión y la electoral puede ser disfrutar de los diálogos inteligentes de UN DIOS SALVAJE (Carnage), la película de Roman Polanski basada en el brillante texto de Yasmina Reza.
El encuentro de dos parejas aparentemente correctas y educadas, civilizadas, que acaban comportándose como salvajes y sacando a la luz su lado más políticamente incorrecto, es una divertida (aunque en el fondo amarga) reflexión sobre la naturaleza humana. Esa que, pese a los logros "occidentales", sigue en gran medida bajo los dictados de la ley de la selva. Es decir, dándole la razón a Hobbes y su célebre homo homini lupus.
Las interpretaciones exquisitas de los cuatro actores y el pulso firme de un director al que la trama cínica de Reza le viene como anillo al dedo consiguen el efecto depurador del teatro. O sea, que nos sintamos retratados en esas criaturas que acaban mostrándose igualmente mezquinas e hijas de puta.
Hay además en la obra un agudo análisis de la masculinidad a través de los dos maridos que se proclaman "devotos de Ivanhoe y John Wayne". Dos hombres que acaban reconociéndose hermanos en el patriarcado, legítimos creadores de los dos hijos que se pelean, cada uno tratando de ser un héroe: uno en el mundo de los negocios sucios, otro en el de las cisternas. En fin, la misma mierda. Frente a ellos, dos mujeres distintas y distantes pero que acaban compartiendo, bajo los efectos del alcohol, idéntica sensación de desamparo.
Aunque pensándolo bien, y sin duda influenciado por la jornada preelectoral, creo que en esas dos parejas están retratadas dos maneras de entender la vida en sociedad, el poder, los valores. Es decir, el matrimonio que forman Kate Winslet y Cristoph Waltz bien podrían ser mañana votantes del PP, mientras que el de Jodie Foster y John C. Reilly sería más cercano a Rubalcaba. En todo caso, y como bien nos enseñan Reza- Polanski, los dos acaban oliendo a vómito y compartiendo idéntica mediocridad. Una terrible metáfora si la trasladamos a las urnas de mañana... Porque a muchos los que nos pide el cuerpo es vomitar sobre algunas papeletas como hace Kate Winslet sobre los catálogos de arte de Penélope (Foster). Ese vómito es la metáfora más cruel del dios salvaje que nos corroe por dentro y, sobre todo, del cinismo que se esconde bajo las palabras políticamente correctas de eso que hemos consensuado en llamar "civilización occidental". Es decir, la democracia, el Estado de Derecho, el capitalismo, los mercados,... En fin, la ley de la selva apenas disfrazada con unos leves toques de colonia recién sacada del baño de Penélope.
Comentarios
Publicar un comentario