Anoche volví a emocionarme con la película MILK y disfruté, esta vez al completo, en su versión original, de la genial interpretación de Sean Penn y de los matices de los personajes interpretados por el atractivo James Franco y por el siempre inquietante Josh Brolin (su personaje da para todo un análisis de "género" sobre la mística de la masculinidad...)
La historia de Harvey Milk, y de su lucha por el reconocimiento de los derechos de gays y lesbianas, nos ejemplifica a la perfección la idea defendida por el filósofo Joaquín Herrera: los derechos humanos son procesos de lucha por la dignidad. Eso es lo que nos cuenta la película: el proceso de lucha por la dignidad de un colectivo. Como dice Milk en uno de sus discursos, esa lucha representaba la lucha por los derechos de las minorías frente a una mayoría que puede pisotear la dignidad de "los otros". Brota así la idea de los derechos humanos como "la ley del más débil" (Ferrajoli).
Uno de los personajes secundarios de la película cuenta su viaje a Barcelona y su participación en la primera manifestación del "orgullo gay" que tuvo lugar en 1976. Eso me lleva al magnífico libro de Alberto Mira "De Sodoma a Chueca" en el que se hace un repaso "monumental" por todo lo que ha sido la cultura y el movimiento gay en nuestro país en el último siglo. Y no estaría mal recordar cómo en nuestro país la izquierda siempre mantuvo unas posiciones como mínimo poco comprometidas, y en algunos casos hasta beligerantes, con el reconocimiento de derechos a los homosexuales. Una posición que sin duda ha sido determinante en la "lenta" evolución que estamos viviendo en estas cuestiones, sólo acelerada en los últimos años por un compromiso del PSOE no sé si sentido o simplemente acomodaticio y políticamente rentable. Pero, tal y como bien recomienda la izquierda, es necesario tener memoria, no estaría de más recordar declaraciones como las que en su día hizo un personaje tan "relevante" en nuestra transición como Tierno Galván y que recoje Mira en su libro:
"No, no creo que se les deba castigar. Pero no soy partidario de conceder libertad ni de hacer propaganda de homosexualismo. Creo que hay que poner límites a este tipo de desviaciones, cuiando el instinto está tan claramente definido en el mundo occidental. La libertad de los instintos es una libertad respetable... siempre que no atente en ningún caso a los modelos de convivencia mayoritariamente aceptados como modelos morales positivos".
La homofobia nunca ha sido de derechas ni de izquierdas, ha sido transversal. Lo que ocurre es que, como en el caso del machismo a la que va unida, es mucho más paradójica y cínica desde una posiciones políticas que dicen defender la igualdad.
La historia de Harvey Milk, y de su lucha por el reconocimiento de los derechos de gays y lesbianas, nos ejemplifica a la perfección la idea defendida por el filósofo Joaquín Herrera: los derechos humanos son procesos de lucha por la dignidad. Eso es lo que nos cuenta la película: el proceso de lucha por la dignidad de un colectivo. Como dice Milk en uno de sus discursos, esa lucha representaba la lucha por los derechos de las minorías frente a una mayoría que puede pisotear la dignidad de "los otros". Brota así la idea de los derechos humanos como "la ley del más débil" (Ferrajoli).
Uno de los personajes secundarios de la película cuenta su viaje a Barcelona y su participación en la primera manifestación del "orgullo gay" que tuvo lugar en 1976. Eso me lleva al magnífico libro de Alberto Mira "De Sodoma a Chueca" en el que se hace un repaso "monumental" por todo lo que ha sido la cultura y el movimiento gay en nuestro país en el último siglo. Y no estaría mal recordar cómo en nuestro país la izquierda siempre mantuvo unas posiciones como mínimo poco comprometidas, y en algunos casos hasta beligerantes, con el reconocimiento de derechos a los homosexuales. Una posición que sin duda ha sido determinante en la "lenta" evolución que estamos viviendo en estas cuestiones, sólo acelerada en los últimos años por un compromiso del PSOE no sé si sentido o simplemente acomodaticio y políticamente rentable. Pero, tal y como bien recomienda la izquierda, es necesario tener memoria, no estaría de más recordar declaraciones como las que en su día hizo un personaje tan "relevante" en nuestra transición como Tierno Galván y que recoje Mira en su libro:
"No, no creo que se les deba castigar. Pero no soy partidario de conceder libertad ni de hacer propaganda de homosexualismo. Creo que hay que poner límites a este tipo de desviaciones, cuiando el instinto está tan claramente definido en el mundo occidental. La libertad de los instintos es una libertad respetable... siempre que no atente en ningún caso a los modelos de convivencia mayoritariamente aceptados como modelos morales positivos".
La homofobia nunca ha sido de derechas ni de izquierdas, ha sido transversal. Lo que ocurre es que, como en el caso del machismo a la que va unida, es mucho más paradójica y cínica desde una posiciones políticas que dicen defender la igualdad.
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