Siempre me han gustado las cancelas blancas de Cádiz. Ventanas y balcones blancos que se abren en calles estrechas y plazas luminosas. Son como esperanzas arquitectónicas que miran desde lo alto, desafiando al azul del cielo, elevándose por encima de las piedras grises. Conservando la dignidad a pesar de las miserias.
Salto de cancela en cancela en el día en que todos miramos al 20N. Al fin ZP ha decidido, como dicen hoy los periódicos, poner fin a su agonía. Y lo ha hecho coincidir con el día feliz en que murió Franco, aquel día de mi santo que me volví a la cama recién despierto porque mi padre me dijo que no habría cole.
Soy de los que piensan que un cambio de gobierno no nos va a sacar de la crisis terrible que vivimos - entre otras cosas porque las dimensiones de la misma son abrumadoramente mundiales, como lo demuestra la amenaza de bancarrota de la Administración USA -, pero sí que creo que es necesario que cambien los aires en Moncloa, que se formateen los despachos y los maletines, que al menos por unos meses tengamos la esperanza de que un nuevo equipo puede, como mínimo, gestionar con eficacia la terrible situación que vivimos. Todo ello mientras que la izquierda - espero que no confío - rehace sus discursos, sus liderazgos y busca nuevos horizontes en un mundo que ya en nada se parece a aquel de los 80 en el que vivíamos felices en un pletórico Estado de Bienestar.
El gran drama de este país es que, como bien demuestran las encuestas, aunque el PP gane las elecciones no lo hará porque su candidato despierte entusiasmos. El PP lo hará sobre todo por deméritos del PSOE y por que la incertidumbre hace que la gente se vuelva más conservadora. Pero es evidente que Rajoy no genera ilusiones ni será capaz de convencernos con alternativas que, en lo económico poco diferirán de lo que ahora mismo ofrecen los socialistas. Sí que me da miedo, sin embargo, que la derecha más reaccionaria, que también vive bajo el resguardo del PP, extienda su moral en una sociedad como la española cada vez más pacata y provinciana.
Desde Cádiz, donde paradójicamente en la capital lleva años gobernando el PP y en cuya provincia "nació" buena parte del socialismo hasta ahora imperante (incluidos engendros como Bibiana Aído), escucho también con cierta sorpresa que Griñán ha decidido mantener las autonómicas en marzo de 2012. Evidentemente porque piensa que así los resultados le pueden ser más favorables: si como se prevé el triunfo del PP el 20N está cantado, sería mucho más fácil arrastrar uno paralelo en Andalucía. Aunque mucho me temo que ni siquiera así el PSOE tiene muchas posibilidades de levantar cabeza, porque aquí, en este Sur tan jodido, sí que estamos bien hartos la mayoría de régimen socialista y de la pésima gestión de una Junta de Andalucía que casi habría que quemarla y empezar de cero.
Me resulta complicado aislarme de todas estas noticias que hacen que el verano no lo parezca. Pero intento hacerlo en un Cádiz hoy de sol triste, de nubes en el cielo, de final de julio en el que me gustaría asomarme a una de sus cancelas y sentir que soy invulnerable. Que me siento más cerca del cielo que de la tierra. Que el blanco de las ventanas y los balcones es también el de las banderas que ondean en mi pecho salado...
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